15 de octubre de 2006

4, 5, 6


Con los ojos pequeños (de tanto llorar), la boca roja (queriéndote saborear), el pelo alborotado (de la noche anterior) y las piernas inquietas (nerviosas por no decir más).
La persona frente a mí decide que el cuerpo necesita más, ya te extraña, pero sabe que tiene que pasar.
El rojo de la boca insinúa lo que más adentro empieza a implotar.
Las piernas ya no están inquietas por nervios, sino más bien comienzan a temblar, de esa manera que hace temblar todo lo demás.
El pelo se moja... suda.
Los ojos se abren y se cierran, suspiran.
La mente te piensa... te recuerda como le gustabas más... te imagina... te siente.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, y finalmente siete, el número al que deseaba tanto llegar. El número que de un momento a otro va a dejar de significar tu cuerpo.
Porque siete es solamente mío, de mis manos, mi cuerpo y mi privacidad.
La persona frente a mí, sonríe. Ya no quiere llorar más.

1 comentario:

Floriella dijo...

Ay... se me hizo un nudo en la garganta... Tantas veces me he sentido así y lo describís tan bien...
Me gusta mucho, aunque me ponga triste.