7 de enero de 2007

Kaleidoscopio

Un avión de Incubus se estrella contra una rueda de chicago y todo se vuelve rojo y negro... humo, miradas, miedo.


Inexplicablemente no hay más personas en el lugar. Solo yo y un ser extraño que no puedo recordar quien es.


Corremos, tratamos de evitar el humo, dejo de pensar en Incubus.
Sin darme cuenta estoy en medio de una fogata que tiene lugar en el centro de una sala... los rostros los reconozco, la situación no tanto...



La verdad, veo todo desde afuera. No me interesa.


Un dolor en el pecho me dice que lo que esta pasando es algo a lo que le tengo que poner atención: La muchacha la ve, se nota triste y extrañada, la llama y le dice que se siente con ella. La abraza y pretende protegerla de los demás, es sólo de ella, que nadie se la quite ni la toque, mucho menos las personas que están ahí.


En un momento llega el sonido del mar, las luces verdes y azules, los relámpagos, el barquito que se mueve al fondo y un perro mojado nadando sobre el mar.


El teléfono,

tu risa,
la persona con la que hablas,
mi forma de verte
y
el maldito momento de despertar.

2 comentarios:

Floriella dijo...

Excelente forma de contarlo. Conserva mucho de lo surreal de los sueños.

Atina dijo...

Por culpa de una comida de más en la noche.... o de una bebida de más... no recuerdo! Jejjej