El enano sin zapatos recorre el bosque a la par del pequeño rio. Su camisa de rayitas lo hace distinguirse de lo verde a su alrededor. La sonrisa picarona me dice que se acerca y que si no escondo los chocolates los va a ver al doblar la esquina. Rapido los meto en mi camisa y cuando llega lo recibo con una sonrisa.
Trae los piecillos llenos de barro y cuando me ve instintivamente levanta los brazos y abre toda su sonrisa para conquistarme.
Definitivamente lo logra.
Sin pensarlo saco los chocolates y se los meto en la bolsa. A el le atraen mas las piezas metalicas colgando de mis orejas. Despues de varios intentos logra sacar una y tenerla en sus manos.
Cuando oye el agua correr, se acuerda donde estamos y me pide ponerlo al piso. Camina hacia el rio y simplemente se queda viendolo.
Despues de unos momentos vuelve hacia mi y me sonrie mas abiertamente aun. Lo agarro con fuerza y lo levanto por encima de mi cabeza para besarle la pancilla.
Si alguna vez pense que no era feliz, el definitivamente me hace recordar exactamente de donde vengo y hacia donde voy.
El bosque se desintegra y juntos volvemos la orilla de la palmera en la que estabamos sentados comiendo chocolates.
Gracias enano, la otra semana volvemos a viajar juntos!
4 comentarios:
que lindo !
Los niños son una bendicion, siempre es genial tenerlos cerca!!!...
Este años trajo mucho enanos a la familia y no podria estar mas feliz x ello!
Un abrazo Atina, tan pendientes las galletas ;)
Aaawww! Demasiado lindo!
Galletas!!!!
Gracias chicos! :D
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